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Maria Jesús Hernández Hernández

Gestión del cambio

En búsqueda activa de empleo

Soy una mujer de 46 años. Cuando era pequeña, mi sueño más recurrente era viajar en el tiempo y a diferentes lugares sin bajarme de la cama, pues iba sin mis zapatos.

Mi espíritu imaginativo e impulso naturales me llevaron a menudo a liderar el grupo de juego, canto, baile, teatro, baloncesto... Más tarde, se tradujo en la organización y participación de eventos juveniles en el seno de la vida católica salmantina.

En paralelo, desde los 8 años y a través del juego y dedicación diaria, me apasioné con el inglés, fiel compañero de mis sueños. A los 14 empecé con francés y a los 18 con el italiano. Estudié Filología Inglesa en Salamanca y con 25 años viajé a Francia con una beca de estudios. Me enamoré. Durante 8 años disfruté de la exquisitez de la vida francesa, de su modo de ejercer la intelectualidad o de la mezcolanza de culturas que conforman la cotidianeidad gala. Aprendí de ser español y de cómo los otros nos ven. Aprender sobre quién eres te hace fuerte y responsable; te sientes grande y orgullosa también.

Un buen día conseguí un trabajo de administrativo bilingüe. La empresa me enamoró como lugar donde desarrollarse. Entonces, a los 30, estudié Derecho y Management Internacional entre Francia e Italia. Y me desplegué. Desde el 2004 hasta el 2015 fui la coordinadora de más de 8 grandes proyectos multisectoriales con equipos multiculturales. Me nutrí de la diversidad y riqueza en equipo, de la transversalidad, de la creatividad en la resolución de conflictos, del humor y la risa universal, de descubrir mundo y sentirse grande, y pequeña.

Sin embargo, la falta de autocuidado me forzó a parar y, globalmente, a realizar el mismo trayecto hacia adentro: pensé que estaba desorientada, pero estaba orientándome. Creí que ya no era curiosa, pero me estaba haciendo sabia. Sufrí evadiéndome de la sociedad, y me amé a mí misma. Descubrí en el coaching una herramienta muy útil para mi formación y la interacción con otros. Acompañada, decidí dedicarme al ser, humano. Había experimentado la necesidad y el placer infinito de conocerse y cuidarse. Quería compartirlo.

Los últimos 8 años viví en un rincón de La Rioja. Deseé ser madre para compartir el legado de vida y ser profesora para acompañar en el aprendizaje de idiomas a adultos, jóvenes y pequeños. Me encanta tratar en directo con cada persona, dar voz a su espíritu crítico y a su voz más allá de todo lo que acontece afuera. Progresivamente, ahondo en muchos otros potenciales de la palabra y el lenguaje, su musicalidad, su vasto poder y por qué cada palabra importa. También, descubro algo más de quién emite la palabra, de su voluntad y su poder en hacerlo.

Dirigir con mi voz es un don, que me hace generosa, creadora y directora.

Soy una mujer adulta dando vida a su niña soñadora, pero ahora sueño y vuelo sin miedo a bajar de la cama y pisar fuerte, con impulso y botas.

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