Desde que tengo memoria, he reconocido en mí una fuerte curiosidad por ir tras la explicación de las cosas que no parecen evidentes, especialmente aquellas relacionadas con el ser humano.

Gradualmente, con el paso del tiempo esta curiosidad se fue desplazando hacia otros ámbitos  como las organizaciones, que resultan fascinantes en mi forma de percibirlas como personas caminando juntas hacia una visión con sentido. Entonces decidí capacitarme en Administración de Empresas y he recorrido esta ruta adentrándome en los territorios de las finanzas, el marketing y la gestión de personas en mis “empresas-escuela”, como me gusta denominar a cada estación de crecimiento en la que he prestado mis servicios en este camino que llamamos vida. 

Estas empresas han sido de los más diversos ámbitos: multinacionales de gran consumo como British American Tobacco (BAT), de servicios como la aerolínea Aeropostal y de proyectos industriales como Aire Limpio Global, atendiendo mercados internos y externos de países como Venezuela, Colombia, EEUU y Ecuador.

Haber realizado estas experiencias en distintas culturas y con compañeros de diversas disciplinas, niveles jerárquicos y funciones laborales han forjado en mí una gran flexibilidad que se traduce en rápida capacidad de adaptación. Y cuando el motor que impulsa esa capacidad es mi  curiosidad por el conocimiento que te mencioné al inicio, mi autoaprendizaje se acelera.

Sin embargo, esa curiosidad por el conocimiento de los aspectos humanos seguía latente dentro de mí, como una llama que me pedía más combustible para brillar más hasta que pudiera compartirla con quienes también recorren el camino. Fue entonces cuando estudié Psicología, una etapa en mi viaje en la que aprendí que dentro de cada paso que damos hay muchas enseñanzas que pueden pasar desapercibidas. 

En mi caso, el logro personal no solo consistió en mi preparación como psicólogo, sino de haberlo hecho mientras trabajaba simultáneamente en empresas y como docente universitario en varias asignaturas de Marketing y Administración impartiendo formación diariamente para  distintos grupos de entre 30 a 40 participantes, esto me hizo comprender que planificación y organización más allá de funciones administrativas, son parte de mis competencias fundamentales.

Mi mochila en el camino se ha ido llenando de satisfacciones que actualmente son tanto mi motivador principal que es dejar huellas de crecimiento para la vida en personas que hoy se encuentran recorriendo con éxito sus propios caminos, como mi valor profesional diferenciador al poder integrar experiencias y habilidades administrativas, competencias digitales y capacidad para gestionar personas y equipos en proyectos relacionados con causas educativas y sociales, como lo he hecho en mis experiencias laborales más recientes, trabajando con entidades sin fines de lucro en el campo de la psicología y la educación, para colectivos en situación de vulnerabilidad.

Antes de despedirme, te dejo la clave “Triple A” de mi recorrido por este camino que hoy constituye el mapa-misión que me acompañará en las siguientes etapas: Aplicar-Ayudar-Aprender fomentando la educación, el autoconocimiento y el espíritu colaborativo como procesos clave para el desarrollo personal y social.

¿Caminamos?

Jesús Hernández González