Cuando era pequeña tomé clases de mecanografía, ya entonces me gustaba escribir cartas, hacer escritos y en el instituto me gustaba pasar a máquina trabajos y apuntes porque quedaban mejor presentados. Cuando tuve oportunidad de trabajar de auxiliar administrativo me sentí muy contenta, esa experiencia a pesar de ser joven fue muy enriquecedora para mí y aprendí mucho de ella.
En aquel entonces, en el mundo digital, fué donde empecé a hacer cursos para prepararme, tratar con gente tanto en persona como telefónicamente; me ayudó a ser cauta, discreta y a saber estar según que situación. También aprendí a gestionar situaciones de estrés y a organizar el trabajo dando prioridad a lo más urgente o de mayor importancia.
Después encontré otro trabajo de auxiliar administrativo, en este segundo trabajo empecé a ser más paciente, disciplinada con los horarios, aprendí a mantener la calma cuando surge un problema y procuraba dar la mejor solución en el menor tiempo posible. Aprendí a escuchar a los clientes y proveedores con respeto y empatizar con ellos. El ser proactiva también era importante y como no, saber trabajar tanto en equipo como en solitario, pues se daban ambos casos.
Después de 17 años la empresa cerró y decidí dedicarme un tiempo a mi familia; después llegó la pandemia y con ella la digitalización de prácticamente todo. Debido a esto he empezado a prepararme y reciclarme para volver al mercado laboral y poder adaptarme a éste.
Puedo aportar compañerismo, responsabilidad y entusiasmo a este nuevo reto que me supone volver a trabajar.