Yo tenía 17 años, cuando con un commodore 64 y una cinta de cassette de 90’, hice mi programa para hacer declaraciones simplificadas del IRPF.

Esa pasión por el mundo fiscal y contable me llevó a enfocar mi formación académica y a crear mi propia asesoría integral de PYMES y particulares, donde durante más de 20 años tuve que poner continuamente a prueba mi capacidad organizativa, analítica, de flexibilidad, de dominio normativo y, sobre todo, de ética profesional en el más amplio sentido.

Oyes que, en el momento inmediato a la muerte, toda tu vida te pasa por la cabeza en un segundo. Pues bien, la concatenación de una serie de circunstancias personales, familiares y sociales hizo que yo tuviera años para repasar la mía. 

A tirar de adaptabilidad. Y pasó a ser más importante la inteligencia emocional que la cognitiva, la empatía que la excelencia numérica, el autocontrol… Y, sobre todo, el autoconocimiento, que me llevó a recordar que había sido tan feliz con el aprobado de un alumno difícil, con la nueva canción de mis niños de guitarra, con un servicio de la Cruz Roja, como con la firma de un contrato de patrocinio de muchos ceros.

¡Carlinos, toca reinventarse otra vez! Eso nunca te ha asustado. Pero -caramba-, tú, que has puesto precio de compra de empresas, no sabes cómo postularte. Porque no has hecho un CV en toda tu vida, porque no sabes de qué va una carta de presentación, porque huyes de las RRSS, porque, aun estando con la ofimática siempre a cuestas, mantienes un cierto respeto a las nuevas herramientas digitales.

Y sabes que siempre hay una nueva oportunidad. Siempre las has buscado para avanzar en cada uno de los objetivos que te propones. Aparece en tu vida LCE-Avilés. Te reafirma en tus capacidades, en que debes seguir con tu aprendizaje y autodesarrollo continuos, te ayuda a transformar mejor tus debilidades ya conocidas en fortalezas y te abre un nuevo horizonte en el mundo de la orientación laboral, RRHH y trabajo social en el que formarte.

Así, he logrado plasmar todo lo que puedo aportar de manera inmediata al mundo empresarial y a la sociedad en general; bien mediante el desarrollo directo de las funciones, bien a través de la formación en las mismas a otras personas, y siempre bajo el prisma de la más profunda ética profesional y humana. 

La pasión nunca se ha ido.